Emprendemos el camino de regreso. Casi mil kilómetros de distancia nos separan de casa, el cansancio y el sueño acumulados sin embargo no superan la rabia por lo vivido, la fuerza acumulada, el brazo fuerte y la razón alzada.

Una vez cruzado el mar, en Almería ratificamos que la explotación y la injusticia perviven. Que no tienen frontera los atentados a la dignidad y a los derechos. Los mares y océanos de plástico acogen a 90.000 personas que malviven para dar de comer a Europa. Racismo y patriarcado estructural, con salvajes consecuencias contadas en primera persona a través de testimonios sobrecogedores: infravivienda, salarios míseros, explotación, negación de derechos...

Finaliza la Caravana Abriendo Fronteras pero a partir de ahora continuaremos trabajando para romper la indiferencia y la normalización de la injusticia y la sinrazón. Para significar y visibilizar a las mujeres, reconociéndolas como sujetos activos y políticos, protagonistas de sus procesos migratorios, valorando su esfuerzo y resistencias. Para acabar con las políticas migratorias de la UE y de sus estados, con su extendida arquitectura de la impunidad que permite la sistemática violación de derechos.

Como nos recuerda Ángela Davis, incansable y comprometida militante "en estos momentos en que la corrupción y el racismo de los más altos organismos políticos se están poniendo al desnudo, en que se está haciendo visible la bancarrota general del sistema capitalista, existe la posibilidad de que otros hombres y mujeres -negros, cobrizos, pieles rojas, amarillos y blancos- sientan deseos de unirse a nuestra comunidad de lucha". Si esta Caravana, además de alargar los lazos de solidaridad entre las personas y los pueblos y denunciar las prácticas asesinas de Europa, ha logrado extender las semillas de la resistencia, seguro que ha merecido la pena.

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