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    Segunda crónica desde Grecia

    Seguimos viendo proyectos que ya habíamos conocido anteriormente en Atenas, como la cooperativa de comercio justo Sinalis o la cooperativa Lacandona, que también es una cooperativa de comercio justo y cafetería. En toda Grecia existen unas 1.200 cooperativas de economía social y solidaria que se coordinan en diferentes redes, y que fueron creadas a partir de 2011 para intentar hacer frente a la situación de aquel momento. En la actualidad, tanto Sinalis como Lacandona son ya proyectos consolidados.

    Al hilo de iniciativas surgidas con la crisis, otro de los proyectos ya conocidos al que hemos querido volver es el hotel City Plaza, ocupado en 2016 por varios movimientos sociales en el momento de mayor afluencia de personas refugiadas. Momento de emergencia social, con decenas de miles de personas atrapadas en Atenas, como consecuencia del cierre de la frontera de Idomeni, al norte de Grecia. El hotel tiene una capacidad para 400 personas y desde el primer momento se llena.

    En Atenas hay más casas y edificios ocupados para las personas refugiadas, pero a diferencia de otros espacios, el City Plaza –además de ser el edificio más grande– es de los pocos espacios autogestionados entre todas las personas que lo usan, tanto refugiadas como militantes de los movimientos griegos, o personas extranjeras que pasan allí temporadas más o menos largas. Ahora mismo el conflicto más potente con respecto a las personas refugiadas no está en Atenas sino en las islas y las fronteras, por lo que desde aquí se están replanteando cómo hacer frente a la nueva situación.

    Hace diez años, el 6 de diciembre la policía asesinaba a Alexandros Griporopoulos, de 15 años, un suceso que puso en pie a toda una generación de griegos y griegas. Desde entonces, cada 6 de diciembre se siguen organizando diversas movilizaciones y protestas en recuerdo del joven. Acudimos tanto a la movilización estudiantil de la mañana como a la protesta principal de la tarde, convocada por los movimientos sociales, que acabó en los ya clásicos disturbios en el barrio de Exarchia.

    Camino de esta movilización, en el punto desde donde partía la marcha, nos encontramos una acampada con banderas kurdas donde estaban realizando una huelga de hambre como parte de las acciones mundiales que exigen el fin del régimen de aislamiento impuesto al líder kurdo Abdullah Ocalan, que lleva tres años sin visitas ni ningún tipo de comunicación del exterior. Esta protesta se une a la huelga iniciada hace un mes por la parlamentaria del HDP, Leyla Guven, en prisión desde hace dos años. Charlamos y tomamos un té con los kurdos y kurdas que están realizando la huelga, y que nos invitaron a visitar el campo de refugiados de Lavrio.

    Este campo está situado a unos 60 kilómetros de Atenas. Conforme nos acercamos al campo se hace visible la bandera del PKK en lo alto de un mástil, ondeando sobre unos edificios que nos recuerdan a un viejo instituto. Este campo es uno de los mas viejos de Grecia: situado cerca del puerto, fue construido hace 60 años para acoger refugiados que huían de la entonces Unión Soviética. Con capacidad para 300 personas, desde hace 35 años alberga a exiliados políticos kurdos simpatizantes del PKK, a los que, tras la mal llamada crisis de las personas refugiadas, se les han unido también familias del Kurdistán sirio que huyen de la guerra. Es por ello que se creó un segundo campamento para 200 personas en las afueras de la ciudad, teniendo en cuenta la imposibilidad de albergar a más personas en este primer campamento.

    El gobierno griego atendía a estos campamentos por medio de la Cruz Roja, pero tras la firma del acuerdo entre la Unión Europea y Turquía –y debido a las presiones de ésta última–, la ayuda a estos campos se ha suspendido. Desde entonces el campo se autogestiona, con diferentes comités que organizan las actividades del mismo y gestionan la comunicación con las organizaciones que les visitan.

    Procedentes de las cuatro partes del Kurdistan, la mayoría de las personas kurdas que llegan están solo unos pocos meses. El movimiento kurdo fue uno de los que participo en la ocupación del Hotel City Plaza. Pese a estar lejos de su país, siguen siendo kurdos y como tales, siguen luchando por su pueblo y por el confederalismo democrático. Nos piden que demos a conocer su realidad y su lucha, la represión cada vez mayor que sufren no solo sus líderes (hay mas de 10.000 personas kurdas presas en Turquia por motivos políticos), y que son un pueblo de paz que lucha por ser reconocido como tal.

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